“Prohibido enfermarse”, una triste realidad en el Centro de Salud de Juan León Mallorquín
En el distrito de Juan León Mallorquín se vive una cruda y lamentable paradoja, con un Centro de Salud con una estructura imponente, moderna y aparentemente equipada, pero vacío de lo más esencial, MÉDICOS. La realidad es clara y dolorosa.
El Centro de Salud de Juan León Mallorquín se ha convertido en un símbolo de la desconexión entre la apariencia y la funcionalidad. Aunque el edificio llama la atención por su tamaño y aspecto moderno, por dentro reina el abandono. Las personas que acuden en busca de atención médica se encuentran con panfleto, “No hay médicos de guardias” y una desesperanza que duele.
Las urgencias no entienden de horarios, ni de días festivos. Sin embargo, en el Centro de Salud, enfermarse fuera de horario o simplemente enfermarse siendo pobre parece ser un pecado. La consigna no oficial, pero cada vez más evidente, es clara: “Si sos pobre, no te enfermes”.
Este drama no es nuevo. Los pacientes han alzado su voz una y otra vez, sin obtener respuesta. La problemática no forma parte de la agenda real de nuestras autoridades competentes. Ni los Ministerios correspondientes ni las autoridades locales han dado señales de querer revertir esta situación que ya es crónica.
Mientras tanto, los que menos tienen deben recurrir a hospitales lejanos o, en muchos casos, resignarse a sufrir sin atención. Es indignante que, en un país donde la salud es un derecho constitucional, la gente deba seguir rogando por lo más básico, un médico que atienda, un medicamento a mano.
La estructura vacía del Centro de Salud se ha convertido en un monumento a la indiferencia estatal. Porque sin personal, sin atención médica efectiva, sin compromiso político real, de nada sirve tener paredes brillantes y pasillos amplios. La salud no se construye con cemento, se construye con voluntad, recursos humanos y sensibilidad social


