Empresario quiere ser intendente y ahora “descubrió” su lado generoso
Rigoberto Chamorro, conocido empresario local y primer suplente de la Junta Municipal por el movimiento «Yo Creo», reapareció en escena justo cuando la administración comunal es intervenida. Tras años de perfil bajo, hoy se postula como alternativa política, reparte víveres en los barrios y dice ser la “esperanza de cambio” que Ciudad del Este necesita.
Aunque accedió a su banca como parte del equipo de Miguel Prieto, ahora marca distancia y critica con fuerza a su exlíder, aprovechando la intervención que afecta a la Municipalidad. “Solo escuchaba a su cúpula de 10 a 15 personas que manejaban todo”, dijo Chamorro al justificar su salida del movimiento.
Pero su repentina vocación política no llegó sola. Desde que insinuó su intención de ser candidato, comenzó una campaña social intensa, entregando alimentos, ropas y hasta colchones en algunos casos. El empresario que durante años no figuraba en causas solidarias, ahora se muestra como benefactor de los más humildes, justo cuando más necesita visibilidad.
Para algunos sectores, se trata de un gesto humano. Para otros, es una jugada electoral tan vieja como efectiva: mostrarse cerca del pueblo cuando se acercan las elecciones.
Chamorro dice contar con fuerte respaldo ciudadano, especialmente entre jóvenes, y asegura que su figura crece como “tercera fuerza”. Aún no confirma si se presentará con sello independiente o con el apoyo de algún partido, aunque sus guiños a sectores de la ANR son cada vez más evidentes.
A todo esto, vuelve a resonar un episodio incómodo de su pasado. En 2009, fue vinculado por un medio de la capital con un vehículo abandonado que transportaba droga. El auto estaba a su nombre, pero el empresario alegó que lo había vendido mediante un contrato privado. Aunque el caso no avanzó en tribunales, el dato reapareció ahora, justo cuando Chamorro intenta mostrarse como figura limpia y confiable.
Mientras la Municipalidad sigue intervenida y el oficialismo pierde terreno, Chamorro aprovecha el vacío político con discursos renovadores y promesas de buena gestión, aunque sin presentar propuestas claras hasta el momento. Apuesta a que el hartazgo ciudadano lo empuje a la arena electoral, pero el camino aún está lleno de dudas, antecedentes y muchas donaciones.